El equinoccio de primavera es uno de los eventos astronómicos más fascinantes del año, marcando el inicio oficial de esta estación en el hemisferio norte. Este fenómeno ocurre cuando el Sol se encuentra exactamente sobre el ecuador terrestre, lo que resulta en un equilibrio casi perfecto entre el día y la noche: ambos duran aproximadamente 12 horas. En 2025, el equinoccio de primavera tendrá lugar el 20 de marzo.
Desde un punto de vista científico, el equinoccio sucede porque el eje de la Tierra, inclinado unos 23,5 grados, se alinea de tal forma que los rayos solares inciden perpendicularmente sobre la línea ecuatorial. Esto no solo señala el fin del invierno, sino que también da inicio a un periodo de mayor luz solar y temperaturas más cálidas en el hemisferio norte. En el hemisferio sur, por el contrario, este mismo momento marca el comienzo del otoño.
Culturalmente, el equinoccio de primavera ha sido celebrado durante milenios. Para muchas civilizaciones antiguas, , este evento simbolizaba el renacimiento, la fertilidad y la renovación. Hoy en día, sigue siendo un momento especial: en países como México, miles visitan la pirámide de Kukulcán para observar el famoso «descenso de la serpiente emplumada», un efecto de sombras creado por el Sol. En Japón, el equinoccio (conocido como Shunbun no Hi) es una festividad nacional dedicada a honrar a los ancestros y disfrutar de la floración de los cerezos.
Más allá de su significado astronómico o cultural, el equinoccio de primavera nos invita a contemplar el cambio. Los días se alargan, los árboles florecen y la naturaleza despierta tras el letargo invernal. Es un recordatorio de la armonía del planeta y de cómo, en un instante preciso, el cosmos y la vida cotidiana se entrelazan para ofrecernos un nuevo comienzo.

Equinoccio y cuna del Ebro