Lo mismo que cuando hablamos de deporte, que influye en emociones, sentimientos, valores, actitudes, comportamientos e incluso en hábitos de vida, el geocaching también moviliza ciertas actitudes y valores positivos que a continuación exponemos.
Actitudes positivas y valores que pone en juego el geocaching
El geocaching no es solo un pasatiempo o actividad recreativa; es una experiencia transformadora que fomenta valores fundamentales y habilidades esenciales, tanto a nivel personal como social. Cada búsqueda, cada encuentro y cada desafío es una oportunidad para aprender, disfrutar y crecer ya que nos invita a reflexionar sobre quiénes somos, cómo interactuamos con el mundo que nos rodea y nos interpela sobre lo que aportamos a la comunidad. A continuación, y sin ningún tipo de orden de importancia ya que es algo subjetivo, exploramos los principales valores que inspira esta actividad, con ejemplos que seguramente reconocerás si formas parte de este mundo.
Exploración y salir de la zona de confort
Cada caché escondido supone un reto que invita a salir de la rutina y aventurarse en lugares desconocidos. Esta actividad fomenta la curiosidad y la disposición a enfrentar nuevos desafíos, ayudando a niños y adultos a desarrollar su capacidad de adaptación y su confianza en sí mismos.
El geocaching nos impulsa a explorar territorios desconocidos, desde senderos montañosos hasta callejones urbanos llenos de historia. Es una actividad que desafía nuestra rutina, nos anima a enfrentar lo desconocido y nos conecta con lugares que nunca habríamos descubierto de otra manera, como por ejemplo verte cruzando un puente colgante, rapelando o algo más sencillo pero poco sedentaario como caminar por un bosque remoto para alcanzar un caché escondido. También una menos romántica como meter la mano en un hueco que puede tener otras cosas que no son el contenedor del caché.
Ese tipo de experiencias amplía nuestra percepción del mundo y refuerza nuestra capacidad para adaptarnos a lo nuevo.
Además, en contextos vitales de estrés, pérdida de motivación o búsqueda de un cambio, el geocaching puede actuar como una terapia ocupacional, ayudando a las personas a recuperar la curiosidad por la vida y a conectar con su entorno. Algún corto GIFF nos lo ha mostrado.
Fomento del sentido de la aventura
Se puede confundir con lo anterior, pero tiene un matiz diferente. La anterior, te obligas. En esta, lo asumes. Y es que el geocaching convierte cualquier salida en una aventura. La emoción de lo desconocido y la posibilidad de encontrar algo nuevo hacen que cada experiencia sea única, fortaleciendo la motivación por explorar y descubrir.
Conexión con la naturaleza y ejercicio físico
El geocaching es una excusa perfecta para movernos, respirar aire fresco y disfrutar del contacto con la naturaleza. Desde caminar hasta trepar o pedalear, esta actividad combina el deporte con el descubrimiento y promueve el respeto por el medio ambiente, fomentando un estilo de vida activo y saludable
Y mucho más si la aproximación es haciendo deporte o en transporte público (recordamos la definición de Eco-Found).
A veces el slow-geocaching nos ayuda a esto. No sólo hacer una ruta de senderismo, sino un multicaché que te lleva por un recorrido de varias horas no solo te recompensa con un caché al final, sino también con lugares o vistas espectaculares y la satisfacción de haber completado el recorrido.
Además, esta conexión con el entorno tiene un impacto emocional positivo, reduciendo el estrés y mejorando el bienestar general. En personas con tendencia al sedentarismo, el geocaching puede ser una excelente manera de empezar a moverse sin que parezca un esfuerzo físico.
Pensamiento crítico y resolución de problemas
Resolver misterios, interpretar pistas, descifrar un código oculto, conseguir los datos EXIF de una imagen, hacer una búsqueda por internet, completar un pasatiempo, enfrentarse a un contenedor escondido de forma ingeniosa que requiere pensar «fuera de la caja», o encontrar formas creativas de alcanzar un caché… estimulan nuestra mente y refuerzan nuestras habilidades de análisis.
Esta capacidad de analizar y actuar no solo enriquece nuestra experiencia como geocachers, sino que también mejora nuestras habilidades cognitivas en la vida cotidiana.
Y es que los D5 son unos verdaderos ScapeRoom en el geocaching, aunque en vez de salir de la habitación, el objetivo sea hacerse con el logbook.
Para los más pequeños de la casa, tenedlo en cuenta padres y docentes, esta dimensión del geocaching implica el desarrollo del pensamiento lógico y la creatividad.
Respeto por el entorno y sostenibilidad
El geocaching fomenta una relación respetuosa con la naturaleza y con los lugares donde se desarrollan las búsquedas. Esto implica no solo evitar dejar huella durante nuestras aventuras, sino también contribuir activamente al cuidado del entorno. Participar en eventos CITO, recoger basura durante una búsqueda o respetar la flora y fauna al buscar y esconder un caché son ejemplos de cómo este valor se practica y refuerza. Cada pequeño gesto suma para garantizar que el geocaching sea una actividad sostenible a largo plazo.
Y es que además de no dejar rastro («Leave no trace»), nos podemos llevar lo que dejen otros.
Trabajo en equipo y colaboración
Aunque el geocaching puede ser una actividad individual, también fomenta el trabajo en equipo. Resolver un mistery complicado con amigos, encontrar un caché difícil o con el atributo «trabajo en equipo» gracias a la ayuda de un compañero o planificar una búsqueda conjunta en un evento… son momentos que fortalecen las relaciones y destacan la importancia de la colaboración.
Y si acaba o empieza en un evento, mejor que mejor.
Empatía, respeto y asertividad
El geocaching es un juego que se basa en el respeto: respeto por el entorno, por las normas (que aunque no se compartan y se haga una necesaria crítica constructiva para que las directrices generales y locales, que están vivas, mejoren) y por los demás jugadores (que como en todos los sitios hay maravillosas personas, y no tanto). Ser consciente de cómo nuestras acciones afectan a los demás es fundamental para que esta actividad siga siendo inclusiva y respetuosa.
Porque es muy importante tomarse tiempo tanto para buscar como para devolver un caché exactamente cómo y donde se encontró, o escribir un log agradeciendo al propietario por el esfuerzo de mantenerlo activo, o si necesita mantenimiento o si se va a hacer un DNF (es un «no encontrado», no un «sé que no está»), decirlo con asertividad.
El respeto, la empatía y la asertividad fomentan la convivencia y crea verdadera comunidad geocachera, recordándonos que nuestras acciones individuales tienen un impacto colectivo, un efecto dominó.
Solidaridad y altruismo
El geocaching prospera gracias a la colaboración y el apoyo mutuo. Pequeños gestos, como ayudar a un compañero o mantener un contenedor en buen estado, fortalecen el espíritu comunitario.
El primer ejemplo de solidaridad que tiene el geocaching es esconder. Luego, participar en un evento CITO para limpiar un parque o una playa, dejando el lugar mejor de lo que estaba, o ayudar a un geocacher novato a entender cómo funciona el juego, o reparar o reponer un contenedor dañado o secar o sustituit un logbook.
Este tipo de actos no solo benefician a la comunidad, sino que también nos recuerdan el poder de dar sin esperar nada a cambio.
Superación personal y gestión de la frustración. Tolerancia a la incertidumbre y adaptación
En el geocaching, no siempre se tiene el control absoluto sobre la búsqueda. La incertidumbre sobre la ubicación exacta del caché o las condiciones cambiantes del entorno enseña a adaptarse a lo imprevisto con flexibilidad y paciencia.
Aceptar que no siempre se puede ganar ni conseguir lo que se quiere, es un aprendizaje esencial en el geocaching y en la vida.
No encontrar un caché, porque no tenemos el día, las pistas son confusas o no nos aclaramos, o las coordenadas no son lo más exactas posibles, o sencillamente descubrir que un contenedor ha desaparecido, son experiencias comunes.
Estas pequeñas derrotas, aunque frustrantes, nos enseñan a mantener una actitud positiva y a afrontar los contratiempos con paciencia y humor, además de…
Perseverancia y resiliencia
Porque no siempre se consigue las cosas a la primera, por lo dicho anteriormente o por otras dificultades como un terreno complicado o un mistery especialmente desafiante, son oportunidades para aprender y superarnos.
Volver a intentar un caché tras un DNF, adaptar nuestra estrategia o enfrentarnos a nuestras limitaciones son lecciones de resiliencia que el geocaching nos ofrece.
Curiosidad cultural e intelectual
Cada caché esconde no solo un contenedor, sino también una historia o lección. Muchos están diseñados para enseñarnos algo nuevo, como datos históricos, geológicos o culturales. Un EarthCache que explica una formación geológica, un caché que te lleva a un lugar histórico con información sobre su relevancia o un enigma que requiere aprender algo nuevo para resolverlo son ejemplos de cómo el geocaching combina ocio y aprendizaje.
Humildad
El geocaching no sólo nos recuerda que siempre hay nuevo por descubrir y aprender, también nos enseña a reconocer nuestras limitaciones y a aceptar nuestros errores con una actitud abierta y respetuosa. Al enfrentarnos a desafíos o pedir ayuda (lo normal al geocacher que nos lanza el mystery, no al amigo que ya lo ha resuelto), aprendemos a ser humildes y a valorar las contribuciones de otros. Este valor refuerza el sentido de comunidad y fomenta relaciones positivas dentro y fuera del juego.
No olvidemos que por muchos años que llevemos en geocaching o caras amarillas puestas en el mapa, ser humildes nos ayuda a aprender de los otros (incluyendo de los que aterrizan, pues se nos olvida cuando empezamos), aceptar críticas constructivas y reconocer que hay un momento para escuchar, observar y mejorar.
Responsabilidad y compromiso
Esconder un caché implica asumir la responsabilidad de mantenerlo en buen estado, y mover un objeto rastreable requiere respetar su misión. También que al encontrar un contenedor, hay que dejarlo dónde y cómo lo encontramos, y si hacemos intercambio (que no es lo mismo que saqueo), hay que dejar algo de igual o mayor valor (teniendo en cuenta que muchas veces esto es muy subjetivo).
Estos compromisos refuerzan valores de cuidado, respeto por el trabajo de otros y dedicación hacia la comunidad. Pequeños gestos, como llevar un bolígrafo extra o informar de un contenedor en mal estado, son recordatorios de cómo nuestras acciones afectan al grupo.
Creatividad e innovación
Diseñar escondites originales o resolver enigmas ingeniosos son aspectos del geocaching que fomentan la creatividad. Los cachés temáticos, los contenedores camuflados o los misterys que requieren pensar de manera poco convencional (y esto lo pueden conseguir las personas nuevas en el geocaching y que no tienen el lastre de los métodos normales) son ejemplos claros de cómo esta actividad estimula la imaginación y la innovación.
Autoconocimiento y autoconfianza
A lo largo de las búsquedas, los jugadores descubren sus propias fortalezas y límites. Encontrar un caché desafiante o superar obstáculos inesperados refuerza la confianza en uno mismo y la capacidad de enfrentarse a nuevos retos con determinación.
Capacidad de planificación y organización
Buscar cachés de forma óptima, requiere planificación: preparar rutas, estudiar mapas (la herramienta premium «pocket queries» es una buena opción), llevar el equipo necesario (no sólo del kit geocachero, sino otros elementos importantes) y gestionar el tiempo. Estas habilidades organizativas son útiles no solo en el juego, sino también en la vida cotidiana.
Para acabar
El geocaching es mucho más que un juego; es un reflejo y metáfora de la vida, lleno de retos, aprendizajes y momentos inolvidables. Cada búsqueda nos reta a ser mejores personas y cada aventura nos enseña lecciones que trascienden el juego. Practicar los valores que fomenta el geocaching no solo mejora nuestra experiencia individual, sino que también contribuye a construir una comunidad más fuerte, solidaria y enriquecedora.
Pero… no tardando, escribiremos la cruz de esta realidad. También hay contravalores, y expresarlos es un primer paso para, si no erradicar, sí mitigar los efectos.