Por qué cuesta tanto mantener un caché…
Hay algo que me intriga desde hace tiempo. Ocurre mucho y sintiéndolo mucho, me tengo que incluir.
¿Por qué nos lanzamos en masa a por un FTF como si nos fuera la vida en ello, y sin embargo mantener un caché nos da una infinita pereza (resonándome además la canción «Infinita tristeza» de Manu Chao)?
¿Por qué escondemos nuevos cachés, teniendo cachés que necesitan atención, ignorando esta realidad y clicando en «continuar de todas formas»?
¿O por qué preparamos cachés como si fuesen rosquillas y que acaban evaporándose como agua de tormenta de verano en cuanto aparece el primer “Necesita Mantenimiento”?
Hoy voy a intentar responder a esta paradoja o incoherencia, algo normal entre el común de los mortales, desde una perspectiva divulgativa, tirando de razones científicas y psicológicas, entre otras que he encontrado, ya que esto tiene más que ver con nuestra mente que con el logbook calado que nadie quiere cambiar.
1. El cerebro busca recompensa inmediata
Dopamina, nuestra adicción favorita
Cuando alguien se lanza a por un FTF, lo hace (aunque no lo sepa) movido por un subidón de dopamina, el neurotransmisor que juega un papel crucial en el cerebro, relacionado con el placer, la motivación, el movimiento y la memoria. Se libera en respuesta a experiencias gratificantes, contribuyendo a las sensaciones de bienestar y felicidad. Además, está involucrada en la regulación de la atención, el aprendizaje y el estado de ánimo.
El “First To Find” es lo más parecido a una medalla olímpica en el mundillo geocacher: efímera, simbólica, inútil… y aún así absolutamente irresistible. Y he tenido épocas que un FTF me atraía como a las moscas la… vamos a evitar temática escatológica.
Y es que la dopamina no responde a la lógica, sino a la novedad y la posibilidad de éxito inmediato.
En cambio mantener un caché no implica nada de dopamina rápida. Más bien cortisol (conocida como la hormona del estrés y de la frustración) cuando ves ese “NM” en forma de icono de llave roja, con algún adjunto tipo foto de contenedor roto o libro de registro desecho.
Mantener un caché implica esfuerzo, desplazamiento, a veces coste económico… y solo compromiso. Y aquí entra en juego otra parte del cerebro: la corteza prefrontal, encargada de planificar, posponer la gratificación y sostener decisiones a largo plazo. Pero esta zona es más lenta, más racional… y, para qué engañarnos, menos divertida.
El problema es que la mayoría de nuestras decisiones cotidianas están gobernadas por lo emocional, rayando lo visceral, no por el compromiso racional. Así que, aunque sepamos que deberíamos revisar ese contenedor escondido hace dos años… lo seguimos posponiendo. Y siguiendo con reacciones viscerales, nos enfadamos si el revisor de turno, desactiva el caché, y después de 1 año (aunque dijo tres meses) lo acaba archivando.
Porque buscar un FTF un sábado por la mañana nos da vida. Y revisar un Tupper bajo la lluvia nos la quita.
2. La trampa de la novedad
El “efecto IKEA” y los cachés recién escondidos
El efecto IKEA es un fenómeno psicológico que nos dice que valoramos más aquello que hemos construido nosotros mismos. Por eso esconder un caché nuevo nos motiva: lo hemos pensado, montado, revisado, escrito su historia, finalmente mandado a revisar… ¡y nos sentimos creadores! Una «digi-evolución» de jugador. Si no nos frusta el revisor de turno.
Pero, como toda novedad, ese entusiasmo tiene fecha de caducidad. Una vez publicado el caché y pasados los primeros logs más o menos originales, llegan los logs repetitivos y generalistas, llega el silencio. La emoción baja. Lo que queda es la rutina: mantenerlo, responder mensajes, reponer papeles, vigilar su estado. Y esa parte ya no engancha tanto. No hay gloria. No hay aplausos ni palmaditas en la espalda. Solo trabajo invisible. Sobre todo si es en un territorio con baja densidad de jugadores y/o no turístico.
Y claro, esa falta de feedback positivo… desactiva nuestras ganas.
Y en el otro extremo… el coleccionista de FTFs
En el polo opuesto está el que colecciona FTFs como cromos. Cada aviso de publicación es una llamada a la acción: adrenalina, cronómetro mental, conducción acelerada (literal o figurada), a veces un «pasaba por aquí». El FTF hunter (más conocido como Ansia Viva), siente que cada uno de estos “trofeos” es un logro personal, una conquista, una pequeña victoria dentro del gran juego.
Coleccionar FTFs alimenta el ego lúdico. Es como llevar un contador interno: “llevo 35 FTFs este año”, “soy el primero en esta comarca”, “hoy he sido más rápido que X”. No es solo jugar, es competir; y no sólo con uno mismo, también metiéndonos en el mundo de las estadísticas (los siguientes enlaces son de project-gc). ¿Quién tiene más FTFs? ¿Quién es el geocacher con más FTFs en un día? ¿Quién con más FTFs consecutivos (por meses)? ¿Quién con más FTFs consecutivos (por días)? ¿Y quién con FTFs en más países?
Y eso genera una motivación constante, porque cada nuevo caché es una oportunidad de sumar.
Pero aquí viene el contraste: muchos de esos cazadores de FTF rara vez esconden cachés… y aún menos, los mantienen. No porque sean “malos jugadores”, sino porque su tipo de motivación es completamente distinta. No buscan construir: buscan descubrir primero.
El problema es que el juego necesita equilibrio: no puede haber cazadores sin constructores. Ni exploradores sin cuidadores. Si todos fuéramos FTFeros, el mapa estaría vacío.
3. La ilusión del altruismo
“Esconder es dar a la comunidad”… (hasta que deja de interesarme)
Muchos geocachers comenzamos a esconder cachés con una motivación noble: quiero aportar algo al juego, quiero mostrar este sitio tan especial, quiero que otros disfruten como yo disfruté aquel multi en la montaña. Y sí, al principio es un acto generoso, casi altruista.
Pero según diversos estudios en psicología social, la conducta prosocial suele ser condicional. Es decir: ayudamos, compartimos o nos implicamos más cuando percibimos que eso genera reconocimiento, gratitud o algún tipo de retribución simbólica.
Y aquí viene la decepción: mantener un caché no suele dar visibilidad, ni halagos, ni favoritos. Muchas veces ni siquiera un “gracias” en el log.
Esto genera lo que podríamos llamar el síndrome del owner invisible. El que puso el caché queda en un segundo plano, como si fuera parte del paisaje. Pero cuando algo falla (el logbook húmedo, el contenedor roto, el spoiler caído), o simple y dolorosamente no se encuentra, entonces sí aparece la visibilidad… en forma de un “Necesita mentenimiento” seco, o directamente un “Necesita ser archivado”,algo que sin duda va a escaldar al owner.
El papel de la gamificación
La estructura del juego de geocaching refuerza mucho más la búsqueda que el mantenimiento. Piensa en esto:
- Encontrar un caché te da +1.
- Hacer un FTF te da cierto reconocimiento (aunque no aparezca oficialmente) y cierta satisfacción.
- Resolver un mystery o subir tu ratio D/T te da sensación de logro.
Ahora bien:
- ¿Cuántos puntos te da mantener tu caché activo durante años?
- ¿Dónde aparece públicamente que tú como owner has respondido rápido a los avisos?
- ¿Qué visibilidad tiene quien arregla, repone, revisa o mejora su contenedor sin pedir nada a cambio?
Ninguna.
Y sin embargo, sin owners comprometidos, el juego se terminaría. Es como un edificio en el que todos quieren vivir, pero nadie quiere limpiar las escaleras.
Por eso no es que no haya generosidad en el geocaching: la hay, y mucha. Pero sólo se mantiene cuando hay un mínimo retorno emocional o social, cuando hay comunidad, reconocimiento o, al menos, educación en los logs.
Y de eso, a veces andamos escasos. Aunque HQ empieza a hacer mínimos refuerzos positivos a los escondedores, regalando algún souvenir que otro (este año dos, 2025 hider y Blue Switch Day 2025 hider), podrían hacer mucho más (regalar algún código rastreable por determinado nº de escondidos o de favoritos recibidos; descuento en la membresía premium… cosas que no suponen pérdida a la empresa).
4. El sesgo del esfuerzo y la curva de desilusión
Toda curva de motivación tiene su caída
Esto lo estudió el psicólogo John Atkinson en los años 50 con su «teoría de la expectativa-valor«: la motivación de una persona para realizar una acción está influenciada por la expectativa de éxito en esa acción y por el valor que dicha persona le otorga al resultado. En otras palabras, la motivación es el resultado de la interacción entre la probabilidad subjetiva de éxito y el incentivo o recompensa que se espera obtener. Dicho más breve: la motivación decae cuando la relación entre esfuerzo y recompensa no es equilibrada. Traducido al geocaching: cuando colocar un caché me ha llevado horas, y en dos semanas ya está hecho polvo, mi motivación se desploma. Algo legítimo y normal, y que podría dar para otro artículo (¿por qué en España no se esconden determinados tipos de cachés?).
Lo mismo aplica al mantenimiento: el esfuerzo constante sin novedad nos desmotiva. En cambio, la emoción de un FTF es puntual, concreta y sencilla. Resultado: nos volcamos en lo fugaz y evitamos lo sostenido.
A veces la decepción empieza antes de que el caché vea la luz, en el proceso de revisión, porque ocurre, a veces con razón, otras sin razón, y siempre sin entender bien qué es lo que ha pasado.
Y es que el sesgo del esfuerzo nos dice que valoramos más lo que nos cuesta… pero también que esperamos que ese esfuerzo tenga sentido. Cuando un caché que hemos escondido con ilusión apenas recibe visitas o feedback, o cuando cada visita se convierte en una queja, llega el efecto boomerang: del orgullo pasamos al desencanto, y esta curva, o mejor dicho caída de entusiasmo decae especialmente si:
- El caché queda lejos y no es fácil mantener.
- El entorno cambia (obras, vandalismo, naturaleza).
- El caché se ha vuelto invisible entre otros 20 cercanos, o alguno con más PF.
Y entonces… ¿merece la pena seguir?
5. La falta de cultura del cuidado y la responsabilidad
Si la comunidad no cuida, el creador se quema
En muchas zonas hay cultura FTFera, pero no cultura de mantenimiento compartido. Pocos avisan con educación. Pocos reparan un contenedor si no es suyo (también es verdad que ni llevan material de reparación y a veces ni boli para firmar). Menos aún agradecen cuando un owner se desplaza a reponer de forma inmediata, obviando que todos tenemos vida fuera del geocaching.
Tampoco se valora al geocacher que revisa sus cachés, repara o sustituye elementos, responde a mensajes o desactiva preventivamente y hace un seguimiento de que sigue en obras para que el revisor no se lo archiva (aunque a veces el revisor lo haga, por un fallo en la lectura). Al contrario: cuando algo falla, la comunidad reacciona más con reportes que con ayuda, porque la cultura geocachera se basa en “encontrar” y no en “sostener”.
Esto desmotiva. Si la cultura no incluye empatía con los owners, si no hay costumbre de logs que agradezcan el mantenimiento o de jugadores que colaboren con reemplazos temporales (como un papel seco o un contenedor de emergencia), es cuestión de tiempo que la red de cachés activos se degrade, porque todos los cachés se degradan antes o después.
Sin esa red de apoyo, los escondedores acaban quemados. Y al final, se reduce tanto la cantidad como la calidad general de los cachés.
6. El refuerzo social va en una sola dirección
Visibilidad para el que encuentra, silencio para el que mantiene
Los jugadores reciben logs, estadísticas, likes, menciones en redes, incluso respeto local por sus hazañas. Los owners, no. El que repara su caché bajo la lluvia no sale en ninguna parte. El que responde amablemente al log “mojado” tampoco. Y eso, psicológicamente, apaga el fuego, reduce la pasión.
Sin refuerzos positivos, cualquier conducta se debilita. La invisibilidad social del mantenimiento lo convierte en una carga silenciosa. Y no todo el mundo está dispuesto a sostener en soledad lo que no se valora colectivamente.
Para acabar
Lo que ocurre en el geocaching no es un misterio: es una mezcla de química cerebral, motivaciones psicológicas y dinámicas sociales. Mantener un caché exige perseverancia y generosidad sin recompensa inmediata. Buscar un FTF, en cambio, activa todas las zonas de placer y logro del cerebro.
Entonces…
- ¿Deberíamos dejar de ir a por FTFs?
- ¿Dejamos de esconder cachés si no los vamos a mantener (compromiso que aceptamos cuando lo publicamos en la plataforma de geocaching.com)?
- ¿O simplemente hay que repensar cómo reconocemos y valoramos el trabajo de quienes cuidan lo que colocan?
Nada de eso. O puede que todo eso. Pero creo que sobre todo tenemos que recuperar el equilibrio invisible que es el geocaching entre quien busca y quien esconde y mantiene.
Sin escondedores comprometidos, el juego se acaba. Pero ese compromiso necesita ser sostenido por una comunidad que valore, colabore y agradezca. Si queremos que el mapa siga lleno de buenos cachés:
- Celebremos a los owners igual que a los FTFeros.
- Cuidemos los logs como forma de retribución emocional.
- Promovamos prácticas de cuidado y de mantenimiento colectivo.
- No dejemos que los “Needs Maintenance” se conviertan en rutina dada a la primera de cambio.
Porque esto no es solo un juego de números. Es una comunidad. Es una red de cuidados. Y todos estamos dentro.