La historia de Arquímedes y la corona de oro

Arquímedes y la Corona de Oro


Con el verano llegan la playa, el sol y… los pequeños misterios.

Entre chapuzones y paseos por la arena, no es raro que alguien pierda un anillo, una cadena o una pulsera. A veces, la suerte cambia de manos y somos nosotros quienes encontramos esos objetos brillantes. ¿Será oro auténtico? ¿O solo una imitación?

Antes de correr a una joyería, quizá te interese conocer una historia fascinante: la del sabio Arquímedes y la corona del rey Hierón II. Una historia donde la física se mezcla con la astucia para resolver un enigma digno de cualquier detective…
Y quién sabe, quizá tú también necesites ese ingenioso método para resolver un mystery que se ha publicado en Isla – Cantabria.

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Manual: Identificador de metales por densidad

¿En qué se basa el programa?

Este programa se basa en el famoso Principio de Arquímedes, un método ingenioso para descubrir de qué material está hecho un objeto sin dañarlo. La idea central es calcular la densidad del objeto, que es una propiedad única de cada material, como una huella dactilar.

La fórmula es: Densidad = Masa / Volumen.

  1. Masa: Se mide pesando el objeto directamente en una báscula.
  2. Volumen: Se mide de forma indirecta. Al sumergir el objeto en agua, este desaloja una cantidad de agua igual a su volumen. Este desalojo provoca un aumento de peso en la báscula que es numéricamente igual al volumen del objeto (ya que 1 ml de agua pesa 1 gramo).

El programa automatiza este cálculo por ti.

¿Cómo se usa el programa?

Sigue estos cuatro sencillos pasos:

  1. Pesa el objeto solo: Coloca tu objeto en una báscula digital y anota su peso. Introduce este valor en el primer campo: «1. Peso del objeto en el aire (gramos)».
  2. Pesa el recipiente con agua: Coloca un recipiente con suficiente agua para cubrir el objeto sobre la báscula y anota el peso. Introduce este valor en el segundo campo: «2. Peso del recipiente CON agua (gramos)».
  3. Pesa con el objeto sumergido: Cuelga el objeto de un hilo fino y sumérgelo completamente en el agua del recipiente, asegurándote de que no toque ni el fondo ni las paredes. Anota el nuevo peso que marca la báscula. Introduce este valor en el tercer campo: «3. Peso del recipiente con el objeto SUMERGIDO (gramos)».
  4. Haz clic en «Identificar Material»: El programa calculará la densidad y la comparará con su base de datos para decirte cuál es el metal más probable.

Interpretación de los Resultados

El programa te mostrará la densidad calculada y el material que más se le aproxima. El resultado aparecerá en un cuadro de color para una fácil interpretación:

  • Verde: Indica que el material es compatible con un metal precioso (oro, platino).
  • Azul: Indica que es un metal común (hierro, cobre, etc.).
  • Amarillo: Es una advertencia. Puede que la densidad no coincida con ningún metal conocido o que sea compatible con el tungsteno (un metal usado para imitar el oro).
  • Rojo: Indica un error en los datos que has introducido.

Importante: La precisión de este método depende directamente de la calidad y precisión de tu báscula. ¡Trátalo como una excelente estimación de detective!

El Rey, el Orfebre y el Sabio de Siracusa

Hace mucho, mucho tiempo, en la próspera ciudad de Siracusa, reinaba un rey sabio y justo llamado Hierón II. Para celebrar una victoria y agradecer a los dioses, el rey decidió encargar una nueva y magnífica corona de oro macizo con forma de corona de laurel.

Llamó al mejor orfebre del reino y le entregó una cantidad exacta de oro puro, pesada con la máxima precisión. El orfebre, un hombre de gran habilidad, se puso a trabajar y, al cabo de unas semanas, presentó ante el rey su obra maestra. La corona era espectacular, una joya de artesanía que brillaba bajo el sol.

El rey la tomó y la pesó. Para su sorpresa, la balanza marcaba exactamente el mismo peso que el oro que él había entregado. Sin embargo, algo en su interior le decía que algo no estaba bien. Una sombra de duda se instaló en su mente: ¿y si el orfebre, movido por la codicia, había robado parte del oro y lo había sustituido por plata, un metal más barato, recubriéndolo todo con una capa de oro para disimular el engaño? La plata es más ligera que el oro, por lo que para igualar el peso, la corona tendría que ser ligeramente más voluminosa, pero era una diferencia imposible de detectar a simple vista.

El rey se enfrentaba a un dilema aparentemente irresoluble: ¿Cómo podía saber la verdad sin destruir la hermosa corona? Si la fundía, descubriría los metales, pero perdería la obra de arte para siempre. Incapaz de resolverlo por sí mismo, el rey Hierón decidió acudir al hombre más brillante de su reino, un pariente suyo conocido por su increíble intelecto: el matemático, físico e inventor Arquímedes.

Arquímedes aceptó el desafío, fascinado por el problema. Sabía que la clave estaba en la densidad. El oro es mucho más denso que la plata. Esto significa que un lingote de un kilo de oro ocupa menos espacio (tiene menos volumen) que un lingote de un kilo de plata. Por tanto, si la corona estaba hecha de una aleación de oro y plata, para tener el mismo peso que el oro puro original, debería tener un volumen ligeramente mayor.

Pero, ¿Cómo medir el volumen de un objeto tan irregular como una corona de laurel sin aplastarla o fundirla?

Días y noches pasó Arquímedes dándole vueltas al problema, sin encontrar solución. Un día, sintiéndose cansado y frustrado, decidió tomar un baño. Al meterse en la tina, que estaba llena hasta el borde, observó cómo una cantidad de agua se derramaba por fuera. En ese instante, una idea fulminante iluminó su mente. Se dio cuenta de que el volumen de agua que se había derramado era exactamente igual al volumen de la parte de su cuerpo que había sumergido.

¡Lo había encontrado! ¡Había descubierto la solución!

Preso de una euforia incontenible, Arquímedes saltó de la bañera y, sin ni siquiera pararse a vestirse, salió corriendo desnudo por las calles de Siracusa, gritando una y otra vez la palabra que se haría inmortal:

«¡Eureka! ¡Eureka!» (que en griego significa «¡Lo he encontrado!»).

Cuando se calmó, se presentó ante el rey y le explicó su plan. El experimento era tan simple como genial:

  1. Primero, tomó un recipiente grande lleno de agua hasta el borde.
  2. Luego, cogió un trozo de oro puro con el mismo peso exacto que la corona y lo sumergió cuidadosamente en el agua, recogiendo y midiendo el agua que se desbordaba. Esa medida correspondía al volumen del oro puro.
  3. Después, vació el recipiente de la medición, volvió a llenar el recipiente grande hasta el borde y, con gran expectación, sumergió la corona del rey.

El resultado fue revelador: la corona desbordó más agua que el trozo de oro puro.

La conclusión era irrefutable. Aunque ambas cosas pesaban lo mismo, la corona ocupaba más espacio (tenía mayor volumen). Esto solo podía significar una cosa: estaba hecha de un material menos denso que el oro puro. El orfebre había mezclado el oro con plata.

El fraude quedó demostrado. El orfebre confesó su engaño y fue castigado, y Arquímedes fue aclamado en todo el reino. Pero lo más importante es que su descubrimiento, nacido en una bañera, dio lugar al famoso Principio de Arquímedes, una ley fundamental de la física que explica que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del fluido que desaloja. Un principio que, miles de años después, seguimos estudiando y utilizando.